Realmente, en mis años frente a grupo, no tuve mayores problemas con los límites y los chicos.
Siempre había alguno que por sus características personales o familiares, le costaba más someterse a las normas, pero con el correr del tiempo, accedía.
A pesar de que todos eran diferentes, todos aprendían qué cosas había que hacer, cuándo y cómo, así como las que no estaban permitidas, y las consecuencias derivadas de su hacer.
Como madre, tampoco tuve demasiados problemas, aunque claro, como seres humanos no somos perfectos, y siempre fallamos en algún punto, pero concientes de ello, podemos corregir los errores, por el bien de todos.
Cuando, a veces, la situación se desborda, podemos salir de ese lugar, respirar, tomar distancia, repensar lo que estaba buscando, si vale la pena, si era coherente, y volver luego más tranquilos, y ratificar o rectificar, calmos , seguros.
Nada que no este hecho con buena voluntad, puede salir mal.
Contactame: marcelamorono@hotmail.com
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