sábado, 16 de mayo de 2009

Límites II


¿Cómo nos "enfrentamos" los maestros o los padres al niño pequeño?
¿ Cómo hacemos para que se adapte a las normas de la vida que vive?
En primer lugar, habrá que mirar a ese niño con respeto. Respeto hacia su libertad de pensamiento, sentimientos, gustos, actividades, su propio ritmo, sus posibilidades, que pueden ser diferentes a las que nosotros hubiéramos esperado.
El niño tiene derecho, como cualquiera de nosotros, a actuar, hablar, disentir. Pero claro, ésta libertad tiene un límite, que es la libertad de los demás, sus pares, maestros, padres.
No debemos ser esclavos de los niñ@s.
De modo que tendrán que aprender qué cosas se pueden hacer y qué cosas no. Por ejemplo, el niño puede querer comer o no, puede tener hambre o no, es libre de sentirlo, pero tendrá que someterse a los horarios que indique su familia como convenientes para sentarse a la mesa o el horario de las comidas. Y así sucede con cada una de las situaciones en la vida: la limpieza, el orden, la escuela, las tareas escolares. Tienen derecho a que les gusten o no estas tareas pero hay que enseñarles que en la vida hay cosas desagradables o aburridas que no hay más remedio que aceptar y deben conocer también las consecuencias de no cumplir con esas tareas.
Entonces esa libertad queda limitada por las necesidades sociales y es mejor que los chicos las sientan como una realidad y no que respeten los límites por amenazas, prohibiciones o reprobaciones.
Hay realidades a las que deben aprender a adaptarse y contra las cuales no le servirán de nada llantos, lloros, gritos o insultos.
Pero esto también lo debemos tener claro los adultos y no ceder frente a los chantajes afectivos. Ni tampoco provocarlos por ejemplo del tipo: "si no comes, eres malo, me haces daño, me pones triste" etc.
La vida y la convivencia tiene exigencias que cumpliremos por el bien de todos.
¿Quién cayó alguna vez en un chantaje afectivo?

Contactame: marcelamorono@hotmail.com

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